Que entrevistas de extraordinaria categoría publicáis. Que intelectuales de altura tenemos en nuestra ciudad, y que pena siente uno por su propia ignorancia.
Tengo una relación especial, bastante secundaria, con esa Casa de Góngora que, evidentemente no es intelectual. Fue un 28 de diciembre, día de los Inocentes, no recuerdo el año exacto, posiblemente 2003. Fui el “transporter”, el último día, a la última hora del plazo de admisión de la petición de la subvención, llevé en persona a Madrid, a los Ministerios de Cultura y Fomento, el proyecto de reforma de esa casa. Si se me pierden o me roban la bolsa de plástico del Corte Inglés en la que los llevaba, no llegan a tiempo a su destino. Un poco berlanguiano desde luego. La desidia del último momento, aparte de ser una cuestión innata de este pueblo informal, denota el interés por la cultura de nuestros dirigentes.
